Recuerdo que en el colegio el profesor de Literatura nos decía, con los ojos brillantes y con la voz emocionada, que "los libros nos harían libres en el futuro". Ahora, al parecer, son los libros a los que hay que liberar con rapidez.
No basta con leerlos tranquilamente como siempre, sentados en una butaca o reclinados en el sofá; sino que además hay que "liberarlos" urgentemente de sus celdas y sacarlos a la calle en busca de nuevos lectores para compartir las historias que contienen. Los pioneros de esta iniciativa, sin duda, buscaban animar a la lectura de una forma lúdica y divertida. Era algo nuevo y original. Sin embargo, muchas personas han visto el cielo abierto con esta nueva moda alternativa.
El otro día, por ejemplo, paseando por el parque del Retiro, vi un matrimonio de mediana edad con dos bolsas repletas de libros para liberar. Mirando de soslayo, como dos fugitivos o espías, los dejaron sobre un muro de ladrillo y se marcharon a casa con la convicción de haber realizado un beneficio a la sociedad y, por supuesto, también al mobiliario de su hogar. Algo parecido me cuenta mi amigo bibliotecario que trabaja en un instituto. Según me dice, en el último año han recibido más donaciones de libros que nunca. Han tenido que comprar nuevas estanterías y se pasan casi todos los recreos fichando nuevos ejemplares. La pena, me dice, es que los chicos sólo sacan los libros que sus profesores les mandan. Ya no hay interés o curiosidad, asegura.
Como una plaga inexorable, las casas se van llenado poco a poco de ordenadores, teléfonos móviles, impresoras, televisiones de plasma, portátiles, tabletas, e-books... De forma simultánea, los estantes de las librerías se van vaciando de novelas y ensayos, que son vistos como objetos obsoletos, supervivientes de otra época.
Reflexionando sobre este tema, no queda más remedio que acordarse del libro Fahrenheit 451y del célebre discurso del jefe de bomberos. Voy a releerlo ahora mismo, y deprisa... No sea que alguien de mi familia tenga un arrebato y lo "libere" para siempre.