sábado, 8 de septiembre de 2012

PALABRAS VIVAS


La próxima semana voy a participar como jurado en un concurso literario, organizado por una asociación cultural de un pueblo de las afueras de Madrid.
La verdad que me resulta extraño encontrarme al otro lado, juzgando relatos y no escribiéndolos palabra a palabra, con el sudor de la frente, como si fueran los pesados ladrillos de un muro.
Al leer y juzgar los cuentos participantes, descubro que la primera impresión es la definitiva, la que te dice si una narración merece la pena o si es mejor olvidarse rápidamente de ella. Luego, casi sin querer, viene la reflexión: ¿qué es lo que hace que un relato sea bueno o malo?
 Si os soy sincero, no lo sé.
A lo mejor - me digo- en muchos relatos falta originalidad, ideas de peso, trasfondo detrás de las hojas roturadas con tinta. Unos minutos después, en cambio, pienso en la ausencia de estilo, de personalidad, de un lenguaje propio.
Después de unas horas dando vueltas al asunto, creo que mi "ideal" de relato es el siguiente: un cuento debe estar escrito con palabras "vivas",  es decir, el estilo debe formar parte del contenido y la temática  debe fundirse inexorablemente, como las caras de una moneda, con la estética empleada.
Seguramente, en los relatos que he leído durante este verano, falta calidad. En su mayoría son narraciones fallidas, bocetos de obras mejores, típicas de escritores principiantes. Sin embargo, en todas ellas, he encontrado ilusión, arte sin comercio y amor por la palabra.
En definitiva, literatura pura.

2 comentarios:

  1. Me gusta tu actitud ante las obras de escritores no profesionales. Tienes razón en que la falta de calidad es sustituida por la ilusión. Y ésta también es imprescindible para que se produzca la comunicación literaria. Cuando menos es un primer paso.

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    1. ¡Qué alegría, César, verte -bueno, leerte- otra vez por aquí.

      Un abrazo.

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