jueves, 15 de julio de 2010

RETRATO Y NATURALEZA

El pasado 2 de Julio mi amigo y pintor Miguel Sanz Romero inauguró una nueva exposición de sus cuadros en Lavapiés, en la calle Argumosa 30, muy cerquita del museo Reina Sofía.
En ella se puede contemplar sus cuadros, realizados con diversas técnicas, que tienen como motivo de unión el retrato de animales y de personas.
El cuadro que aparece en el cartel anunciador, que tenéis a la izquierda, está basado en mi novela Días de lobos (Bruño,2010) y me hubiera gustado que hubiese sido la portada del libro.
El cuadro me encanta, ya que recoge el espíritu que quise transmitir en la novela.
La exposición estará abierta durante todo el verano. Ya sabéis. Tenéis que ir a verla.

lunes, 12 de julio de 2010

LA BOMBILLA

A Pepe.
La bombilla de la lámpara parpadeaba intermitente, en agónica lucha consigo misma, como si le faltase la luz.
Yo intenté apretarla en el envejecido casquillo de cobre, sujetarla a la débil corriente que la mantenía viva, pero enseguida me di cuenta de lo estéril de mi intento. De sobra sabía que estaba a punto de fundirse, que apenas le quedaba tiempo de vida, igual que a un enfermo que agoniza sobre la cama de un hospital.
Cuando se extinguió de un fulminante fogonazo, comprendí que había alcanzado, por fin, la paz.

viernes, 2 de julio de 2010

EL BAILE de IRÈNE NÉMIROVSKY


Ahora se llevan los libros voluminosos, los best-seller que estiran la historia como un chicle desgastado, a los que le sobran diálogos insulsos, descripciones minuciosas y escenas sin emoción.

El baile de Irène Némirovsky (Salamandra, 2006) es todo lo contrario. La trama se desarrolla en apenas 100 páginas. Se trata de una novela intensa, emocionante, que caracteriza a la perfección la deteriorada relación entre madre e hija y el ansia de reconocimiento social de una familia de unos nuevos ricos en París a principios del siglo XX.

Irène Némirovsky escribió esta obra con tan solo 27 años. Sorprende por su talento narrativo y por el acertado retrato de los personajes, sobre todo femeninos. Basta un movimiento de manos, un gesto contra el cristal de la ventana para que el lector se dé cuenta de lo que está pasando y de lo que siente en su interior cada personaje.

A mí me gustan los libros así: esenciales, básicos, contundentes, a los que no les sobran ni les falta una palabra. Esta novela, por tanto, la considero un pequeño diamante. Escrita con la intensidad de un relato, pero comparable, por su profundidad psicológica, a cualquier otra gran obra literaria.